sí señor, o si el lector es mujer, sí señora, ya estamos aquí. en villa gorro la verdad es que aparte del monumento al sombrero hongo y el museo de historia nacional sombreril, no había mucho que ver. sin embargo durante varios meses tenían montada la exposición universal del sombrero, a la que acudieron sombreros de todo el mundo, somreros de mago, turbantes, con plumas, de ala ancha, de oficial, viseras... etc. cada tipo de gorro tenía su propio pabellón. uno de los que más nos gustó, tanto al abejonejo como a mí, fue el de la boina, todo muy rústico y muy bien recreado, hasta habían puesto cagarrutas de pájaro falsas, aunque ahora que lo pienso... ¡no eran falsas!, para contrastar estaba el pabellón del sombrero robot, con un cine tridimensional en el que se proyectaba toda la historia de la sombreridad, desde la caracola usada como gorro hasta nuestros días. también te ofrecían un par de fibras ópticas, que según los sombreros del pabellón estaban deliciosas. pero claro, eso es alimento para sombreros, de modo que ninguno lo degustamos. ¡casi lo olvido! durante nuestro viaje conocimos a nuestro nuevo amigo, el pato astronauta. por lo visto lo habían mandado en un cohete a la Luna pero los encargados en vez de gasolina pusieron café y fue a estrellarse ni más ni menos que en el partamento. ¡menudo susto! yo, que estaba descansando plácidamente en el sillón, y el abejonejo en la cama, casí se nos salen los órganos internos por la boca del estruendo.
aquí tenéis su retrato.
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