Como siempre me despierto antes que mi amiga y
continuo escribiendo mi relato. Lo escondo convenientemente cuando se
despierta. Erika comenta lo bien que ha dormido mientras desayunamos.
Luego salimos a dar un paseo por cubierta. Hace más frio que ayer
pero supongo que es cosa de la estación y el lugar en que nos
encontramos.
- El mar está inusualmente tranquilo. Comenta un
poco extrañada
- ¿Eso es malo?
- No, al contrario. Pero es curioso.
Vemos un par de formaciones de hielo flotando en el
mar.
- Los camareros podrían aprovechar y subirlos al
barco para las bebidas.
- jijiji, podemos preguntar luego. Responde
divertida
Nos percatamos en es momento de que hay una chica de
nuestra edad asomada a la barandilla. Nos acercamos y nos
presentamos.
- Encantada. Mi nombre es Maude Sincock.
Le explicamos que nos hemos embarcado por motivos
vacacionales y ella nos dice que el motivo de su viaje es la búsqueda
de trabajo.
- La situación está bastante mal en Europa. Me han
dicho que América es la tierra de las oportunidades. Tengo varios
amigos allí y les va bien así que...
- Sí, bueno. Que nos vas a contar. Le responde
Erika. Yo soy detective y ultimamente vienen cada vez menos clientes.
Aunque en realidad no puedo decir que me vaya mal. Conozco a gente
que lo tiene peor.
Hablamos un rato de la crisis que arrastramos desde
1904 y, como el tiempo pasa volando, nos despedimos para almorzar.
Mientras comemos comento con Erika algo que he escuchado.
- ¿Sabes? En el barco va una momia maldita.
- ¿uh?
- Es la momia de Amen-Ra, que murió hace unos 5.000
años. El sarcófago de madera tallado fue enviado por el faraón a
una bóveda en Luxor, a orillas del Nilo. A finales de 1890 cuatro
tipos ingleses que hacían turismo paseaban por la ciudad y se
encontraron con un grupo de mercenarios clandestinos que habían
exhumado algunos tesoros. Entre ellos estaba el sarcófago. Un
intermediario les ofreció la momia por un buen precio y todos se
mostraron interesados. Tras una discusión y para no estropear su
amistad acordaron echarlo a suertes. El ganador era uno de los más
jovenes. Pagó, hizo los arreglos oportunos y le llevaron de
inmediato al hotel su compra. Por la noche varios testigos,
trabajadores del hotel y gente que se hospedaba en otras habitaciones
lo vieron correr fuera de su habitación mientras gritaba. Corrió
fuera del hotel perdiéndose en el desierto y nadie mas volvió a
saber de él. El día siguiente otro de los amigos recibió un
disparo de rifle accidental por parte de su guía. La herida fue tan
grave que tuvieron que amputarle el brazo izquierdo. El tercero, de
regreso a Inglaterra, se encontró con una terrible situación. El
banco donde había depositado toda la fortuna familiar había
quebrado. En cuanto al cuarto cayó enfermo de una extraña y
dolorosa enfermedad. Las medicinas y curas acabaron con sus ahorros y
cuando se curó no encontró trabajo, terminando por vender fósforos
por las calles. En lo que respecta a la momia, llegó hasta Gran
Bretaña, donde fue comprada por un comerciante excéntrico. Su nuevo
dueño no tardó en donarla al museo británico después de que tres
de sus parientes cercanos sufrieran accidentes de tráfico y su casa
se incendiera en extrañas circunstancias para las que los bomberos
no encontraron explicación. El curador del museo, muy escéptico,
aceptó encantado la reliquia. Cuando el camión que la transportaba
aparcó dio inexplicablemente marcha atrás sin intervención humana
hiriendo de gravedad a un peatón. Dos ordenanzas que llevaban el
sarcófago por las escaleras también sufrieron accidentes. Uno se
tropezó y se rompió la pierna derecha y el otro, con tan solo
treinta años y en perfecto estado de salud, murió dos días después
de un infarto. Una vez colocada en la sala de egiptología se
produjeron una y otra vez diferentes accidentes para todo aquel que
pasaba por allí. Tanto para visitantes como para trabajadores. Los
serenos decían estar aterrados las noches de guardia por los
continuos martilleos y sollozos que se escuchaban del interior del
ataúd. Con el tiempo el personal se negó a efectuar la limpieza del
sarcófago o acercarse a él. En cierta ocasión uno de los peones
restregó de forma irreverente el plumero por el rostro de la momia
jactándose de su valentía y burlandose de todo lo que les había
pasado a los demás. No pasó una semana antes de que su hijo muriera
de sarampión. Una semana después de esto las autoridades del museo
recibieron a una delegación de limpiadores y guardianes del museo
que exigían que la momia fuera trasladada al sótano más profundo,
lejos de todo el mundo. La petición fue rapidamente aceptada y se
llevó hasta allí bajo la supervisión del jefe de maestranza. Tres
días después uno de los desgraciados peones que había intervenido
en la operación cayó seriamente enfermo y lo encontraron muerto en
su despacho. No se si todo esto lo sabías pero para este momento la
momia ya había llamado la atención de los periódicos. Un reportero
se aventuró a tomar una fotografía y cuando la reveló descubrió
con horror que el rostro de la princesa, tallado en la tapa del
sarcófago, se había transformado en su imagen en una mueca
monstruosa. El pobre fotógrafo, presa de una crisis nerviosa, lo
comentó con sus compañeros, les enseñó la foto y luego huyó
despavorido a su casa, en donde se suicidó pegándose un tiro en el
corazón. Esto fue la gota que colmó el vaso para el director del
museo, que visiblemente aterrorizado, se la vendió casi regalada a
un coleccionista privado. El nuevo propietario, después de soportar
una serie de vicisitudes muy extrañas decidió trasladarla al
alitillo de su residencia. El tipo, interesado en las ciencias
ocultas, invitó a la propia Madame Blavatsky a su mansión. Ella
ignoraba la presencia de la momia pero de pronto dijo sentir una
influencia malévola y de instintos asesinos escondida en la casa. Al
afinar luego un poco sobre el lugar de donde procedía dicha
sensación señaló el desván como el lugar indicado. Tras eso no
dudó en hablarle de su adquisició y mostrarsela. Blavatsky le dijo
sin titubear que debía deshacerse de ella inmediatamente antes de
que los dos sufrieran algún pavoroso accidente. Así pues, parece
que un Américano interesado en el antiguo Egipto aceptó de buen
grado el regalo y ordenó embarcarla en el mejor barco que encotró,
el Titanic. Qué miedo ¿eh?
- Bah. Típica reacción de alguien supersticioso
como tú.
- ¿yo? ¿supersticioso?
- Nunca pasas bajo las escaleras. Me he fijado en eso.
- ¡¿te has olvidado de cuando ayudandote a atrapar a
un criminal se me cayó encima un andamio?!
- simples excusas de tu mente para justificar tu miedo
sin lógica ni sentido.
- hmpf
Entre todo eso de la momia terminamos de comer y
vamos al salón de lecturas. Mientras Erika vuelve a sus libros
técnicos yo me fijo en un tipo que lee el periódico. Se le ve
bastante interesado en la sección política.
- ¿Entiende usted de esto?
- Bueno, si no lo hiciera tendría un problema. Al
fin y al cabo trabajo en ello. Soy Manuel Uruchurtu Ramírez.
Por lo que me cuenta resulta que es un político
importante en su tierra, Que regresa al país para ver a su familia.
- El año pasado fue un duro golpe para mí. Cayó y
fue desterrado Porfirio Díaz, al que estoy muy vinculado. Es que soy
porfirista ¿sabe? Sin embargo a principio de este año fui elegido
diputado. Creo que las cosas están por mejorar. Hay muchas cosas que
arreglar en mi tierra.
- Bueno, en Europa no crea que todo va de perlas.
Ultimamente las cosas se están caldeando. Ya no se ni cuantos
conflictos llevamos desde que empezó la década.
- ¿Se refiere a los alemanes? Según tengo
entendido quieren organizar un imperio.
- Para imperios estamos ahora. Creo que ya tenemos
bastante con los problemas derivados de la crisis y las
descolonizaciones como para que metan más leña al fuego.
- No quiero ser pesimista pero todo eso tiene mala
pinta.
- Bueno, no es momento de pensar en esas cosas.
Tanto usted como yo estamos de vacaciones.
Me despido del tipo para ir en busca de Erika.
Cuando la encuentro me dio cuenta de que está hablando con alguien
muy emocionada. Se trata ni mas ni menos que de Margaret Brown,
feminista que lucha por el sufragio femenino, además de por los
derechos de los necesitados y otras minorías. No me extraña que
Erika se alegre tanto, es fan suya, como también lo es de Ethel
Smyth. No en vano es miembro de "Women's Social and Political
Union". Las dos hablan animadamente de la lucha por lograr el
fin de las desigualdades y luego entonan "la marcha de las
mujeres", que sirve de himno de la organización.
- Shout, shout, up with your song!...
Aunque en
principio no pienso intervenir al final me acerco y le doy la mano.
Le agradezco su labor y admiro valor. De muestro en fin, que no se
trata de una lucha llevada solo por mujeres. Hay hombres anclados en
la prehistoria pero desde luego yo no soy uno de ellos.
- No os preocupeis por esto. Algún día tendrán
que escucharnos y aceptar nuestra participación en la vida política.
Se ha logrado en otro países y acabará sucediendo en Inglaterra
también.
Nos despedimos de ella, cenamos, dado que ya es
tarde y luego de eso nos dirgimos a nuestras habitaciones. Ha sido un
día la mar de interesante y presiento que mañana también lo será.
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