domingo, 15 de abril de 2012

estancia en el Titanic: 15 de abril



La situación toma un cariz cada vez más espeluznante por momentos. Al principio la gente en el barco parece tranquila pero con los minutos el nerviosismo comienza a imperar. Es noche cerrada y nos cuesta ver lo que sucede pero si el pánico no está cundiendo ya en breves momentos lo hará.
De pronto recuerdo la historia que estaba escribiendo. Se que es muy egoísta por mi parte pero es lo primero que me pasa por la mente.

- ¡Mi relato!

- ¡Ya escribirás otro!

No insisto porque tiene razón. Cuando estemos seguros volveré a empezar. La sorpresa tendrá que posponerse. Varios botes empiezan a ser izados. Los primeros pasajeros están a punto de ser evacuados. Todavía la gente que hay en cubierta es poca pero con los segundos la cantidad va aumentando. Uno de los primeros botes desciende hasta el agua. Tal y como había dicho Erika parece haber espacio para más gente. Hay unas 28 de 65, me confirma ella. La gente intenta subirse desesperadamente al segundo bote. Se escucha un disparo y luego varios más. Los tripulantes deben estar intentado alejar a los pasajeros para que no tiren el bote en su afán por meterse en él. El nivel del mar ha subido un poco con respecto a él. Un cohete es disparado a gran velocidad como aviso para los barcos que puedan estar cerca y explota en el aire en estrellas blancas. Por un instante me parece avistar un barco en la lejanía pero desaparece rápidamente.

- Podríamos ir a mirar. Tal vez no han visto nada y han pasado de largo.

- No serviría de nada. Es más rápido que nosotros. Lo único que conseguiríamos al perseguirlo es perder de vista el Titanic. Para cuando volviéramos ya estaría hundido. Tenemos que quedarnos aquí para cuando llegue el barco de rescate. Además recuerda que tenemos que subir en la barca a los que se lancen al mar cuando ya no queden. Ayudamos mucho más así que de otra forma.

Supongo que tiene razón. Con el paso de los minutos siguen bajando barcas con menos gente de la que podrían llevar. Juraría que escucho música pero seguramente esta dantesca visión me ha afectado más de lo que pienso y mi mente está intentando escapar de alguna forma imaginando cosas.

- Seguramente Wallace y su banda está tocando en un intento de calmar los ánimos. Si lo escuchas es porque el agua es un buen transmisor del sonido.

Así parece ser porque con el paso de los minutos las melodías empiezan a escucharse mas altas.

- Deben de haber salido a cubierta con el resto de pasajeros para que se les escuche mejor. Hace mucho frío. Si hubiera sabido que pasaría esto me habría puesto por la mañana ropa de abrigo. Al notar que Erika está temblando le pongo encima mi chaqueta.

- No es necesario.

Intenta resistirse pero al final acepta. No obstante, sin dejar de cogerme la mano, se acerca.

- Solo para que no te congeles por mi culpa ¿eh?

El agua ya ha alcanzado el nombre "Titanic" proa mientras termina de bajar la séptima barca. No habrán pasado 15 minutos pero por lo que puedo ver la cubierta comienza a inclinarse más. El pánico parece que termina de estallar y los empleados del barco hacen verdaderos esfuerzos para que los pasajeros no se lancen sobre las barcas. Desde donde estamos, aún lejos, podemos escuchar los gritos de desesperación. Es realmente horrible. En tan solo diez minutos prácticamente todas las barcas de proa han bajado y se encuentran en el agua. Sin embargo dudo que nos hayan visto. Entre el caos reinante y que estamos considerablemente lejos resultaría difícil. En cuanto a los pasajeros que continúan a bordo la mayoría de la gente parece que huye en dirección hacia popa, donde todavía hay botes. Baja la última barca de estribor mientras la cubierta delantera se inunda. Muchos se mueven de un lado a otro del barco, evitando las zonas que se están inundando. Quieren alcanzar algún bote pero cada vez hay menos posibilidades.

- Deberíamos acercarnos. Sugiero

- Aún no. Me corta Erika. Aunque te suene dura se nos tiraría la gente y nos hundiríamos.

Estoy a punto de contestar pero entonces escuchamos algo. Es "más cerca, Dios mío, de tí". Es en ese momento que se me termina de caer el alma a los pies. Tanto Erika como yo nos quedamos en silencio mientras escuchamos la canción. ¿Que podría decirse en un momento como este, de todas formas? El agua comienza a llenar la cubierta A mientras la inclinación se acentúa. Me parece distinguir las figuras de algunas personas que, considerando inútil tratar de conseguir un bote, se preparan para saltar en cuanto el barco se sumerja. Si el agua no estuviera tan fría tal vez fuera buena idea. Medito unos momentos sobre esto. Es cierto que Erika y yo hemos estado presentes en casos de asesinatos pero este es uno multitudinario y los criminales un barco mal diseñado y un trozo de hielo. Ya no baja ningún bote más. Deben haberse acabado. Los últimos parecía más llenos . En el barco se hace el silencio, producto del terror de los pasajeros que no han logrado descender en un uno. La popa ha subido muchos metros mientras la proa se hunde sin remedio. Aún así algunos intentan llegar hasta ella. Los que han estado esperando el momento oportuno saltan, al no saber cuanto tiempo más se mantendra el barco a flote. No he terminado de horrorizarme por eso cuando se escucha un gran estruendo. Todos los objetos del interior deben haber chocado contra la parte de proa, pienso. Incluídas nuestras pertenencias. Erika y yo abrimos los ojos como platos al ver por un momento un sarcófago en cubierta. Casi parece que esté presidiendo la catástrofe. Las luces parpadean por un momento y luego se apagan. La única luz que queda iluminando el panorama es el de las estrellas, testigos, como nosotros del desastre que está sucediendo.

- Rema, Erika, recojamos a todos los que podamos.

- Espera un momento. No sabemos exactamente qué sucederá cuando el barco se sumerja. Puede haber una explosión o formarse un remolino que nos succione si nos acercamos demasiado. Mas nos vale estar lejos en ese momento por precaución.

En ese momento vemos cómo el casco se rompe entre la tercera y la cuarta chimenea por el sobrepeso en popa. Ya está, pienso, es el final. Nuestras manos se aprietan fuertemente. El Titanic se ha dividido en dos partes y solo unas pequeñas sujeciones las mantienen unidas. El barco adopta una posición perpendicular y así se queda por un par de minutos. Un grito conjunto rasga el aire mientras el Titanic se desliza hacia el fondo. El grito aumenta en intensidad pero no dura más de un par de segundos. De pronto el barco ha desparecido, junto con los gritos y las vidas de muchas personas. Desde el agua se escuchan voces pidiendo auxilio.

- ¿Cuantas de las personas que hemos conocido crees que se han salvado?

- Probablemente no muchas. Contesta Erika con la vista fija en el fondo del bote. Tal vez no quiere que la vea llorar.
Esperamos unos instantes la explosión que Erika cree que puede producirse, pese a no haber torbellino. Al no producirse cogemos los remos y empezamos a movernos en dirección a los gritos de ayuda. Llegamos hasta alguien que parece estar perdiendo las fuerzas para nadar. Rapidamente los recogemos y lo metemos con nosotros. Intenta darnos las gracias pero no puede. Erika se quita la chaqueta y se la pone mientras me da una mirada interrogativa. Yo asiento. No me importa en absoluto. Seguimos remando y ayudamos a subir a varias personas más. La mayoría son hombres.

- Deben haber seguido entonces las ley del mar.

Algunos estan despiertos y hablan con nosotros o nos abrazan dándonos las gracias entre lágrimas otros no se mueven en absoluto y los zarandeamos para que no se duerman. Un caballero de mediana edad saca una petaca de Whiskey y da de beber a los que están perdiendo el conocimiento. Hay uno que se sube a toda prisa a nuestra barca al darse cuenta de nuestra presencia. No queda mucho espacio pero queremos salvar a todos los que podamos. No somos nadie para decidir quién vive y quién muere. Cuando llevamos un rato sin encontrar a nadie alguien ve un cuerpo. Entre todos hacemos avanzar nuestro vehículo hasta él. Aunque casi se nos han agotado las fuerzas logramos subirlo. Parece muy pálido y no se mueve en absoluto. Erika le toma el pulso muy preocupada. Luego da una patada en el suelo, furiosa.

- ¡Hemos llegado tarde, joder!

Uno de los que hemos recogido hace un intento de tirar el cuerpo al mar pero Erika lo detiene con rudeza.

- ¡Hay que darle supultura! ¡la familia querrá verlo!

Todo el mundo se queda en silencio. Nosotros también. Hace un buen rato que no se escuchan gritos de auxilio. Solo nos queda esperar. Algo más de una hora después vemos unos cohetes surcando el aire.

- Es un barco ¡es un barco! Grita emocionada la única mujer, aparte de Erika, en nuestro bote.

Nos acercamos a él para que nos vea. Al hacerlo distinguimos mejor su forma.

- Es el Carpathia. Comenta Erika

Gente del barco comienza a subir a los supervivientes. En media hora comienzan a ayudarnos a nosotros. No hay nada de qué quejarse, al fin y al cabo somos de los primeros. Una vez estamos dentro del Carpathia nos sentimos totalmente a salvo. Algunos besan el suelo, otros rezan porque no haya mas icebergs en nuestra trayectoria y otros, libres ya del shock comienzan a llorar o lamentarse. Los miembros de la tripulación, conmovidos hondamente por la desgracia, nos colman de atenciones. Tratan de dar consuelo a los que se muestran más afligidos o a los que han perdido seres queridos. A los que han perdido las fuerzas o se han desmayado los atienden los médicos con carácter urgente. Se producen escenas emotivas. Familias que habían sido separadas en diferentes botes se reencuentran con el paso de los minutos mientras otros esperan que en el siguiente venga algún familiar. Hay una mezcla de emociones encontradas en el Carpathia. En medio del alboroto Erika y yo respiramos más tranquilos. La pesadilla, al menos para nostros, ha terminado. Entre la gente reconocemos a Molly Brown. Esperamos que más conocidos se hayan salvado pero no estamos en condiciones de ponernos a buscar. No tenemos idea de cuantas personas han muerto, de lo que estamos seguros es de que hemos agotado nuestras energías. Parece que en el Carpathia viajaban algunas personalidades, que a su manera intentan ayudar, el pintor Colin Campbell Cooper, el periodista Lewis, P. Skidmore, el fotógrafo Francis H. Blackmarr y Charles H. Marshall. Sería interesante hablar con alguno de ellos pero en serio que no puedo más. Han sido demasiadas emociones en muy poco tiempo. Erika y yo nos desplomamos en el suelo. Me parece que han pasado solo unos segundos cuando alguien me zarandea. Un miembro de la tripulación me despierta. Al parecer estabamos tan agotados que nos durmimos. Al principio estaban preocupados por nosotros pero enseguida se dieron cuenta de que solo era cansancio. Ahora son más de las ocho y hace un rato que han terminado las labores de rescate, así como la búsqueda cuerpos. Erika es despertada después de mí. Pasan solo un par de minutos hasta que el capitán, Arthur Rostron, nos llama a todos para que salgamos a la cubierta. Desde allí podemos ver mejor el iceberg. Es realmente enorme, escucho a alguno decir que como una casa de dos pisos. De ancho es el doble. Alguien se percata de una terrible chimenea de hielo. Todo el mundo se da cuenta de la raya roja de pintura, que no deja lugar a dudas sobre su identidad como "el iceberg asesino", como lo llama alguien. Aunque el Carpathia de dirigía a Rijeka han variado el rumbo para llevarnos hasta Nueva York. De hecho han acordado no llevar a los supervivientes inmigrantes a la isla de Ellis para pasar por los trámites necesarios. Todos hemos soportado ya suficiente. Estoy un poco preocupado por nuestras familias. Deben de estar muy asustados. A estas alturas el accidente habrá salido en primera plana en el "Daily Mirror".

- Bueno, lo peor ha pasado. Me responde Erika dando un gran suspiro. En cuanto lleguemos nos comunicaremos con ellos.

Vuelve a darme la mano. Voy a decir algo pero al final me quedo mirando al horizonte, como la mitad de los pasajeros.

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