sábado, 14 de abril de 2012

estancia en el Titanic: 14 de abril



Me despierto temprano, como otros días, y me dedico a continuar el relato de la bella detective. Me gusta cómo está quedando. Tal vez haya que pulir algún detalle pero a nivel general es una de las mejores cosas que he escrito. Termino la última linea y admiro mi relato. Luego admiro a Erika, dormida todavía, con una sonrisa inocente y acurrucada entre las sábanas de su cama. Me pongo un poco colorado, aunque no se bien porqué. Cuando empieza a parpadear guardo las páginas en un lugar que no pueda ver y espero a que termine de desperezarse. Una vez estamos bien despiertos nos vestimos y vamos a desayunar. La comida es frugal. Tras esto damos nuestra paseo matutino sobre cubierta. Lo primero que notamos al salir al exterior es que hace mucho frío. Tanto que no tardamos en ponernos a temblar.

- Brrr... como ha cambiado el tiempo. Se queja Erika

En el mar vemos, como ayer, formaciones de hielo, aunque en esta ocasión son un poco más grandes.

- Estos bancos de hielo no me hacen gracia.

- Sí, probablemente es por ellos que hace tanto frío.

- No lo digo por eso. Mucho hielo supone un problema para el barco.

Abro un poco los ojos.

- ¿Qué quieres decir? ¿Que le puede pasar algo malo? No seas catastofista. El hielo en esta zona es común en esta época del año. Seguro que lo tienen previsto.

- Seguro. Erika no parece segura de ello precisamente. Creo que no lo has notado pero desde ayer la velocidad del barco ha aumentado.

- Dudo mucho que el Titanic se pueda hundir si es eso lo que estás pensando.

- A tí, que te gustan tanto las novelas, te recuerdo que lo mismo decían del Titán en "el hundimiento del Titán".

Creo que Erika está exagerando con sus pesquisas pero si algo tengo claro es que si me dan a elegir entre la versión del constructor del barco y esta chica, a ella es a la que creo. Así que le sugiero ir a hablar con algunos miembros de la White Star.

- Eso es imposible, señorita. Ríe el tipo al que preguntamos. Viaja usted en Titanic, el barco más seguro y cómodo del mundo. Disfrute del viaje y no piense en cosas horribles como esa.

Erika no insiste pero desde luego no se fía de la confianza que muestran todos los empleados.

- Bueno, en el supuesto caso de que ocurriera algo. Trato de tranquilizarla. Estoy seguro de que tienen un plan preparado para emergencias.

- Me parece que no te has dado cuenta de un detalle importante. Me mira a los ojos directamente. No hay barcas suficientes para evacuar a todos los que hay a bordo. Las he contado y la mitad de la gente tendría que quedarse en el barco. Lo más triste del caso es que seguramente han prescindido del resto de barcas para ampliar el espacio del paseo.

No puedo evitar tragar saliva. Espero que esta vez Erika se equivoque pero nunca lo ha hecho así que el ambiente se vuelve inquietante. Volvemos a entrar y nos sentamos en una mesa, dado que afuera hace tanto frío que seguramente pescaríamos una pulmonía. Eso haciendo sol. Prefiero no imaginar la temperatura si estuviera nublado. Intento pasar a otro tema mientras Erika parece sumida en algún pensamiento. De pronto deja de prestarme atención y noto que su vista se dirige a otra parte. Intento preguntarle qué ocurre pero ella me manda a callar y me indica disimuladamente con el dedo un lugar. Parece señalar a un hombre. No veo nada inusual en él. Erika, molesta por mi poca rapidez, se me acerca y me dirige la cabeza. Entonces me doy cuenta de que del bolsillo le sobresale un papel. No lo leo bien porque el hombre está a unas mesas de nostros pero parece una alerta de iceberg. Se lleva una mano hasta allí y mete el papel en el fondo. Da la sensación de que no quiere que nadie se de cuenta. Erika me arrastra fuera de allí.

- Tenemos que hablar con el capitán.

- ¿No deberíamos dirigirnos a ese individuo?

- No a menos que sea estrictamente necesario. Por lo que escuché de su conversación es J. Bruce Ismay, dueño del barco e importante miembro de la White Star Line. De su conversación deduzco que está muy seguro de la insumergibilidad de su barco, asímismo parece muy interesado en aumentar la velocidad con el fin de llegar antes a puerto y lograr mayor rentabilidad. No creo que esté de acuerdo en razonar. A no ser que no quede alternativa no hablaremos con él.

Intentamos llegar hasta el capitán para informarle y advertirle pero miembros de la tripulación nos lo impiden. Las normas no lo permiten.

- Es totalmente imposible. Nos aseguran.

Erika intenta entonces ponerlos sobre aviso. Tal vez nosotros no podamos hablar con el capitán pero ellos sí. Sin embargo no nos creen. Hablan de J. Bruce Ismay como de un hombre respetable incapaz de poner en peligro la seguridad de tanta gente por motivos personales. Insistimos varias veces pero aunque al principio se meustran amables acaban tratándonos como si sufrieramos una paranoia.

- No nos creen. Digo apesadumbrado.

A estas alturas la posibilidad de que el barco sufra un accidente va in crescendo. He pasado en un par de horas de sentirme protegido a como lo haría un insecto sobre un barco de cáscara de nuez.

- No hace falta que comentes obviedades. Gruñe ella indignada de que no la tomen en serio.

Al parecer la única salida que nos queda es hablar directamente con Ismay.

- No sé de qué están hablando. Ismay está actuando y se le nota.

- No se haga el tonto. Erika lo mira con dureza. He visto el papel.

- ¿Podemos hablar en otro lugar?

Parece muy nervioso. No nos queda alternativa así que aceptamos. Nos lleva a un lugar alejado donde no parece haber nadie y continúa.

- No hay ningún peligro. El mar está muy tranquilo. No pasará nada. De verás. El hielo es algo normal en esta zona. Este barco es insumergible. Además llegar antes de lo previsto sorprenderá a los periodistas y generará más ganancias para la compañía.

- Es un error poner en peligro las vidas que están en sus manos solo por dinero. Detesto a la gente como usted. Tal vez la gente de la White Star no nos crea pero seguro que algún pasajero sí. Vamos Franc...

Ismay, que durante la charla ha pasado de estar nervioso a irritado coge a Erika por el cuello del vestido y la levanta por los aires. Me alarmo por lo que pueda suceder y sin dudarlo me lanzo sobre él para la que la suelte de inmediato. No obstante Ismay utiliza la mano que le queda libre para darme un puñetazo que, sinceramente, creo que habría derribado hasta al mismísmo Jack Johnson, actual campeón de boxeo. Por el golpe se me nubla la vista y pierdo el sentido. Todo se funde en negro.

- ¡Francis, despierta!

Doy un salto y miro alrededor. El lugar en el que estoy sentado se balancea. Me encuentro en una barca. Erika está conmigo. Deben haber pasado horas desde que quedé K.O porque el sol se está poniendo. Por lo que la chica ha deducido Ismay nos dejó inconsciente y nos puso en una barca para luego lanzarnos por la borda. Debió de creer que así se libraría de nosotros y no podríamos intervenir en sus planes.

- ¡Ese imbécil!

Erika grita fuera de sí.

- Lo siento.

-¿uh? Se gira hacia mí.

- Siento no haber podido hacer más para protegerte.

Lo siento de verás. Al primer golpe ya me quedé inconsciente. Se me erizan los pelos solo de pensar en que Ismay hubiera llegado a más. No quiero pensar en lo que habríoa pasado si...

- Bueno, lo intentaste. Me mira comprensivamente. Además no es una de las habilidades que considero imprescindible para mi ayudante. Si te sirve de consuelo él también se llevó su parte en la trifulca. Eso le enseñará a tratar a una dama.

Yo no estoy muy seguro de todo eso.

- De hecho no te he dado aún las gracias.

¿Cómo? Esto sí que no me lo esperaba. Sobre todo después de que casi nos hayan asesinado.

- Por todo en general. Por ayudarme con mis casos, Por invitarme a este viaje, por quitarme de encima a ese tipejo el otro día, por romperle las falanges a Ismay con tu cara, lo que demuestra que tienes una cara muy dura...

Erika se ríe. ¿Se ríe? Casi la matan por mi culpa y se ríe. Está chica es impredecible.

- Pero no pienses cosas raras ¿Eh? Mira hacia otro lado mientras juraría que se le pone la cara roja. Solo te lo agradezco como amiga y eso.

Estoy a punto de contestar pero entonces me doy cuenta de algo.

- ¡Un iceberg!

Un imponente iceberg se acerca hacia nosotros. Es tan grande que no puedo creer que no lo hayamos visto. Vale que ya está oscuro pero solo por el frío que despide deberíamos haberlo intuído. Nos hemos metido tanto en esta conversación que hemos olvidado hasta el lugar en que nos encontrábamos.

- ¡Rema! ¡rema! Dice Erika cogiendo a toda velocidad uno de los remos.

Yo también me agarró a uno y empezamos a mover la barca. No es momento para pensar en tonterías pero tal vez sea buena idea que participemos en una carrera de canoas. Por un lado tenemos el Iceberg y por el otro el Titanic así que nos apartamos a tiempo antes de que ambos elementos se toquen. Nos va de un pelo. Seguimos remando un buen rato hasta ponernos en un lugar seguro desde el que podemos verlos a los dos. Respiramos profundamente. Cuando miramos el iceberg contra el que chocamos vemos una larga línea roja marcada en él. Luego llevamos la vista hasta el barco y nos percatamos de la verdadera gravedad del asunto. ¡parte de la coraza del barco se ha rasgado como mantequilla!

- Erika, hay que avisarlos.

Trato de mover un remo pero aún no he recuperado las fuerzas.

- Los vigías ya se habrán dado cuenta.

- Pero tendremos que ayudar de alguna manera ¿no?

- El mejor lugar en que podemos estar es aquí. Si subimos nos será casi imposible coger otra. Además nos interrogarían sobre todo esto y algo me dice que no nos creerían. Piensa en esto, si para evacuar dan prioridad a la clase alta estamos en problemas, en el improbable caso de que vayan primero los de tercera también lo estamos y si se rigen por la ley del mar, niños y mujeres primero yo tendría una posibilidad pero tú no. Ademñas teniendo en cuenta que con el caos que se originará en el barco cuando se sepa que se está hundiendo seguro que las primeras barcas salen casi vacías. Cuando la gente empiece a saltar podremos recoger a algunos. Es lo único que podemos hacer.

No sé qué contestar a eso. Sin embargo nos agarramos instintivamente las manos. Los últimos acontecimientos nos superan.

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