Me despierto temprano, como otros días, y me dedico
a continuar el relato de la bella detective. Me gusta cómo está
quedando. Tal vez haya que pulir algún detalle pero a nivel general
es una de las mejores cosas que he escrito. Termino la última linea
y admiro mi relato. Luego admiro a Erika, dormida todavía, con una
sonrisa inocente y acurrucada entre las sábanas de su cama. Me pongo
un poco colorado, aunque no se bien porqué. Cuando empieza a
parpadear guardo las páginas en un lugar que no pueda ver y espero a
que termine de desperezarse. Una vez estamos bien despiertos nos
vestimos y vamos a desayunar. La comida es frugal. Tras esto damos
nuestra paseo matutino sobre cubierta. Lo primero que notamos al
salir al exterior es que hace mucho frío. Tanto que no tardamos en
ponernos a temblar.
- Brrr... como ha cambiado el tiempo. Se queja Erika
En el mar vemos, como ayer, formaciones de hielo,
aunque en esta ocasión son un poco más grandes.
- Estos bancos de hielo no me hacen gracia.
- Sí, probablemente es por ellos que hace tanto
frío.
- No lo digo por eso. Mucho hielo supone un problema
para el barco.
Abro un poco los ojos.
- ¿Qué quieres decir? ¿Que le puede pasar algo
malo? No seas catastofista. El hielo en esta zona es común en esta
época del año. Seguro que lo tienen previsto.
- Seguro. Erika no parece segura de ello
precisamente. Creo que no lo has notado pero desde ayer la velocidad
del barco ha aumentado.
- Dudo mucho que el Titanic se pueda hundir si es
eso lo que estás pensando.
- A tí, que te gustan tanto las novelas, te
recuerdo que lo mismo decían del Titán en "el hundimiento del
Titán".
Creo que Erika está exagerando con sus pesquisas
pero si algo tengo claro es que si me dan a elegir entre la versión
del constructor del barco y esta chica, a ella es a la que creo. Así
que le sugiero ir a hablar con algunos miembros de la White Star.
- Eso es imposible, señorita. Ríe el tipo al que
preguntamos. Viaja usted en Titanic, el barco más seguro y cómodo
del mundo. Disfrute del viaje y no piense en cosas horribles como
esa.
Erika no insiste pero desde luego no se fía de la
confianza que muestran todos los empleados.
- Bueno, en el supuesto caso de que ocurriera algo.
Trato de tranquilizarla. Estoy seguro de que tienen un plan preparado
para emergencias.
- Me parece que no te has dado cuenta de un detalle
importante. Me mira a los ojos directamente. No hay barcas
suficientes para evacuar a todos los que hay a bordo. Las he contado
y la mitad de la gente tendría que quedarse en el barco. Lo más
triste del caso es que seguramente han prescindido del resto de
barcas para ampliar el espacio del paseo.
No puedo evitar tragar saliva. Espero que esta vez
Erika se equivoque pero nunca lo ha hecho así que el ambiente se
vuelve inquietante. Volvemos a entrar y nos sentamos en una mesa,
dado que afuera hace tanto frío que seguramente pescaríamos una
pulmonía. Eso haciendo sol. Prefiero no imaginar la temperatura si
estuviera nublado. Intento pasar a otro tema mientras Erika parece
sumida en algún pensamiento. De pronto deja de prestarme atención y
noto que su vista se dirige a otra parte. Intento preguntarle qué
ocurre pero ella me manda a callar y me indica disimuladamente con el
dedo un lugar. Parece señalar a un hombre. No veo nada inusual en
él. Erika, molesta por mi poca rapidez, se me acerca y me dirige la
cabeza. Entonces me doy cuenta de que del bolsillo le sobresale un
papel. No lo leo bien porque el hombre está a unas mesas de nostros
pero parece una alerta de iceberg. Se lleva una mano hasta allí y
mete el papel en el fondo. Da la sensación de que no quiere que
nadie se de cuenta. Erika me arrastra fuera de allí.
- Tenemos que hablar con el capitán.
- ¿No deberíamos dirigirnos a ese individuo?
- No a menos que sea estrictamente necesario. Por lo
que escuché de su conversación es J. Bruce Ismay, dueño del barco
e importante miembro de la White Star Line. De su conversación
deduzco que está muy seguro de la insumergibilidad de su barco,
asímismo parece muy interesado en aumentar la velocidad con el fin
de llegar antes a puerto y lograr mayor rentabilidad. No creo que
esté de acuerdo en razonar. A no ser que no quede alternativa no
hablaremos con él.
Intentamos llegar hasta el capitán para informarle
y advertirle pero miembros de la tripulación nos lo impiden. Las
normas no lo permiten.
- Es totalmente imposible. Nos aseguran.
Erika intenta entonces ponerlos sobre aviso. Tal vez
nosotros no podamos hablar con el capitán pero ellos sí. Sin
embargo no nos creen. Hablan de J. Bruce Ismay como de un hombre
respetable incapaz de poner en peligro la seguridad de tanta gente
por motivos personales. Insistimos varias veces pero aunque al
principio se meustran amables acaban tratándonos como si sufrieramos
una paranoia.
- No nos creen. Digo apesadumbrado.
A estas alturas la posibilidad de que el barco sufra
un accidente va in crescendo. He pasado en un par de horas de
sentirme protegido a como lo haría un insecto sobre un barco de
cáscara de nuez.
- No hace falta que comentes obviedades. Gruñe ella
indignada de que no la tomen en serio.
Al parecer la única salida que nos queda es hablar
directamente con Ismay.
- No sé de qué están hablando. Ismay está
actuando y se le nota.
- No se haga el tonto. Erika lo mira con dureza. He
visto el papel.
- ¿Podemos hablar en otro lugar?
Parece muy nervioso. No nos queda alternativa así
que aceptamos. Nos lleva a un lugar alejado donde no parece haber
nadie y continúa.
- No hay ningún peligro. El mar está muy
tranquilo. No pasará nada. De verás. El hielo es algo normal en
esta zona. Este barco es insumergible. Además llegar antes de lo
previsto sorprenderá a los periodistas y generará más ganancias
para la compañía.
- Es un error poner en peligro las vidas que están
en sus manos solo por dinero. Detesto a la gente como usted. Tal vez
la gente de la White Star no nos crea pero seguro que algún pasajero
sí. Vamos Franc...
Ismay, que durante la charla ha pasado de estar
nervioso a irritado coge a Erika por el cuello del vestido y la
levanta por los aires. Me alarmo por lo que pueda suceder y sin
dudarlo me lanzo sobre él para la que la suelte de inmediato. No
obstante Ismay utiliza la mano que le queda libre para darme un
puñetazo que, sinceramente, creo que habría derribado hasta al
mismísmo Jack Johnson, actual campeón de boxeo. Por el golpe se me
nubla la vista y pierdo el sentido. Todo se funde en negro.
- ¡Francis, despierta!
Doy un salto y miro alrededor. El lugar en el que
estoy sentado se balancea. Me encuentro en una barca. Erika está
conmigo. Deben haber pasado horas desde que quedé K.O porque el sol
se está poniendo. Por lo que la chica ha deducido Ismay nos dejó
inconsciente y nos puso en una barca para luego lanzarnos por la
borda. Debió de creer que así se libraría de nosotros y no
podríamos intervenir en sus planes.
- ¡Ese imbécil!
Erika grita fuera de sí.
- Lo siento.
-¿uh? Se gira hacia mí.
- Siento no haber podido hacer más para protegerte.
Lo siento de verás. Al primer golpe ya me quedé
inconsciente. Se me erizan los pelos solo de pensar en que Ismay
hubiera llegado a más. No quiero pensar en lo que habríoa pasado
si...
- Bueno, lo intentaste. Me mira comprensivamente.
Además no es una de las habilidades que considero imprescindible
para mi ayudante. Si te sirve de consuelo él también se llevó su
parte en la trifulca. Eso le enseñará a tratar a una dama.
Yo no estoy muy seguro de todo eso.
- De hecho no te he dado aún las gracias.
¿Cómo? Esto sí que no me lo esperaba. Sobre todo
después de que casi nos hayan asesinado.
- Por todo en general. Por ayudarme con mis casos,
Por invitarme a este viaje, por quitarme de encima a ese tipejo el
otro día, por romperle las falanges a Ismay con tu cara, lo que
demuestra que tienes una cara muy dura...
Erika se ríe. ¿Se ríe? Casi la matan por mi culpa
y se ríe. Está chica es impredecible.
- Pero no pienses cosas raras ¿Eh? Mira hacia otro
lado mientras juraría que se le pone la cara roja. Solo te lo
agradezco como amiga y eso.
Estoy a punto de contestar pero entonces me doy
cuenta de algo.
- ¡Un iceberg!
Un imponente iceberg se acerca hacia nosotros. Es
tan grande que no puedo creer que no lo hayamos visto. Vale que ya
está oscuro pero solo por el frío que despide deberíamos haberlo
intuído. Nos hemos metido tanto en esta conversación que hemos
olvidado hasta el lugar en que nos encontrábamos.
- ¡Rema! ¡rema! Dice Erika cogiendo a toda
velocidad uno de los remos.
Yo también me agarró a uno y empezamos a mover la
barca. No es momento para pensar en tonterías pero tal vez sea buena
idea que participemos en una carrera de canoas. Por un lado tenemos
el Iceberg y por el otro el Titanic así que nos apartamos a tiempo
antes de que ambos elementos se toquen. Nos va de un pelo. Seguimos
remando un buen rato hasta ponernos en un lugar seguro desde el que
podemos verlos a los dos. Respiramos profundamente. Cuando miramos el
iceberg contra el que chocamos vemos una larga línea roja marcada en
él. Luego llevamos la vista hasta el barco y nos percatamos de la
verdadera gravedad del asunto. ¡parte de la coraza del barco se ha
rasgado como mantequilla!
- Erika, hay que avisarlos.
Trato de mover un remo pero aún no he recuperado
las fuerzas.
- Los vigías ya se habrán dado cuenta.
- Pero tendremos que ayudar de alguna manera ¿no?
- El mejor lugar en que podemos estar es aquí. Si
subimos nos será casi imposible coger otra. Además nos
interrogarían sobre todo esto y algo me dice que no nos creerían.
Piensa en esto, si para evacuar dan prioridad a la clase alta estamos
en problemas, en el improbable caso de que vayan primero los de
tercera también lo estamos y si se rigen por la ley del mar, niños
y mujeres primero yo tendría una posibilidad pero tú no. Ademñas
teniendo en cuenta que con el caos que se originará en el barco
cuando se sepa que se está hundiendo seguro que las primeras barcas
salen casi vacías. Cuando la gente empiece a saltar podremos recoger
a algunos. Es lo único que podemos hacer.
No sé qué contestar a eso. Sin embargo nos
agarramos instintivamente las manos. Los últimos acontecimientos nos
superan.
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